Durante
la primera mitad del siglo XIX, los sombreros femeninos seguían
siendo ostentosos, decorados con cintas, flores, plumas y pieles. A
finales del siglo, se introdujeron nuevos estilos, como las capelinas
de ala ancha, y aún más pequeños, como los tocados.
Desde
siempre se han usado las plumas para el adorno del ser humano, tanto
utilizándolas en sus vestidos, como en sus tocados. En muchos casos
estas plumas expresaban estatus, poder, y estaban reservadas a las
clases más altas usadas para los tocados a finales del s. XIX y
principios de XX.
Se usaron plumas de avestruz, garzas, somormujo, pinzones, faisanes, águilas reales, pavos reales, buitres...pero esto
se amplió a otras muchas especies , consideradas exóticas y que venían del otro lado del Atlántico. El aumento de las clases medias,
el deseo de exhibirse, la búsqueda de novedades, así como la
exploración de nuevas tierras con productos exóticos muy
apreciados en la vieja Europa, hizo que se importaran todo tipos de
aves; que el comercio de plumas fuera muy floreciente.